Glucosa y diabetes.
Hoy nos gustaría hablaros sobre una de las enfermedades que actualmente se está extendiendo como una epidemia. Se trata de la diabetes.
En primer lugar, me gustaría presentaros a:
La glucosa, que es una forma de azúcar que se almacena en el hígado y los músculos, en forma de glucógeno. Cuando hacemos ejercicio, este glucógeno se vuelve a convertir de nuevo en glucosa para ser utilizado. Cuando el cuerpo ha consumido la parte de glucosa, es cuando ya recurre a las grasas y proteínas almacenadas.
La insulina, es una hormona que fabrica el páncreas, y se encarga de ayudar a la glucosa a entrar en las células del cuerpo. Digamos que es como una llave que abre las puertas de las células para que la glucosa entre.
¿Y de dónde aparece la glucosa?
Los carbohidratos, que son nuestra fuente de energía más importante, entran en nuestro cuerpo en forma de glucosa, directos a nuestra sangre. Cuando todo funciona correctamente, el páncreas al detectar ese aumento de glucosa en sangre es el encargado de liberar insulina. La insulina ayuda a la glucosa a entrar en las células de nuestro cuerpo para que se normalice el nivel de azúcar en sangre.
¿Y qué ocurre cuando se tiene diabetes?
Tener diabetes, implica resistencia a la insulina, o lo que es lo mismo, la incapacidad del organismo para gestionar correctamente el azúcar. Si hay nula, o escasa insulina, la glucosa no puede entrar en las células. Por tanto, si la glucosa no puede entrar en las células, ¿dónde se acumula? Pues en la sangre. Además, nuestras células se quedan sin esa fuente de energía, y el cuerpo tiene que recurrir a las únicas fuentes de las que dispone, proteínas y grasas; lo que, sin un control y alargado en el tiempo, provoca efectos muy perjudiciales para la salud.
¿Y por qué ocurre esto? Pues, porque nuestro organismo no se encuentra en un punto de equilibrio.
La mayoría de casos de diabetes se dan porque las propias defensas naturales del organismo (el conocido sistema inmunológico) destruyen las hormonas de insulina como si fueran un cuerpo extraño o un peligro. Es decir, el propio cuerpo actuando contra el propio cuerpo. ¿Parece increíble, verdad? Pero, qué esperamos, si a nuestro cuerpo le introducimos constantemente estrés, falta de sueño, contaminación ambiental, alcohol, drogas, fármacos, una falta de alimentación saludable…
¿No somos nosotr@s mism@s los que atentamos contra nosotr@s mism@s?
Simplemente, dejemos de buscar una respuesta externa para nuestras enfermedades, ya que la respuesta se encuentra en nuestra actitud.