Alimentación y emociones van de la mano y nos acompañan en nuestro día a día.
¿Por qué se come mal cuando hay un estado de ansiedad?
Seguramente habremos visto, escuchado casos o los hemos padecido en primera persona. Problemas, estrés, preocupaciones, ansiedad… que nos produce, o bien la falta de apetito, o todo lo contrario: que se prepare la nevera que la voy a dejar temblando.
Nos escudamos en que “es algo temporal”, “ estoy pasando una mala racha”, “los problemas son más importantes ahora”, pero estos desórdenes alimentarios pueden acabar produciéndonos serios problemas.
Comer mal ante una falta de equilibrio emocional no es una casualidad o para desviar la atención de tu mente, sino que tiene toda una explicación.
En nuestro cerebro se encuentra el hipotálamo. Esta área, situada en centro del cerebro tiene un papel muy importante en la producción de hormonas y actúa como conector entre los sistemas endocrinos y nervioso. Igual que tiene la función de controlar el apetito, la sed y la temperatura corporal, también desempeña el papel de regulador de las emociones, afectividad y los ciclos del sueño, entre otras funciones que se le atribuyen.
Cuando existen problemas de origen nervioso o psicológico, lo que ocurre es que el hipotálamo se desequilibra, y comienza a mezclar las señales emocionales con las de conducta alimentaria.
En situaciones de estrés y desequilibrio, hay personas que reciben señales de saciedad y dejan de sentir hambre, mientras que otras reaccionan comiendo más cantidad porque el hipotálamo envía señales de necesidad energética
Cuando existe una situación de estrés el cuerpo se enfrenta a un reto y se prepara para actuar ante una situación difícil.
Las personas acabamos obsesionándonos con la forma de comer sin ser conscientes de la relación entre alimentación y emociones.
Así que, empecemos por nuestra paz mental.